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Afrontar la pérdida de la pareja - Parte II


Hay que aprender a mirar los cambios con una visión más amplia, cortando la estrechez de miras que impide ver lo que inevitablemente actuará y ejercerá su influencia en mayor o menos medida, aunque no lo queramos aceptar.

Lo ideal sería que, ante una situación de cambio, ésta nos encuentre por lo menos en actitud expectante, en un estado de alerta para poder descubrir cuál es la acción necesaria y efectiva. Este estado se va consolidando a través de un entrenamiento continuado de aceptación de la realidad tal como se presenta; de una actitud de desapego del sentido de posesión que sólo se conquista cuando descubrimos las cosas fundamentales de la vida y tratamos de vivirlas plenamente; a través de una metodología de vida (meditación, lectura, reflexión, etc.) que nos mantenga despiertos ante la evidente incertidumbre del devenir...

El dolor de la pérdida es inevitable, es la vida manifestándose a través de la ley de causas y efectos, de nacimientos y muertes, de tomar y dejar…lo que sí podemos manejar a través de otra ley, la del libre albedrío, es hacer que ese dolor se transforme en una enseñanza que nos lleve a vivir de una forma más consciente, más participativa. Cada pérdida en definitiva nos muestra lo invalorable de vivir el momento presente, la necesidad de hacer las cosas en el momento sin postergaciones, ya que una de las cargas emocionales más fuertes que se vinculan con la pérdida es el arrepentimiento de no haber valorado y/o vivido con más plenitud y en su momento lo que hoy se perdió para siempre.

Algunos aspectos prácticos para aceptar la pérdida:

1. Tomar conciencia de que todo lo que tengo no me pertenece, la vida me lo ha prestado con un objetivo específico del cual puedo ser o no consciente. Aceptar las pérdidas como uno de los sacrificios propios de la condición humana.

2. Mantener una actitud de desprendimiento o desapego de lo material sin caer en la indiferencia o el “no me importa”

3. Abrir el corazón, apostar por las verdaderas prioridades: una llamada, una visita, un regalo sin que haya un motivo de por medio.

4. Reflexionar acerca de experiencia vividas en donde una circunstancia de pérdida me permitió dar un salto en mi maduración y evolución como ser humano.

5. Prever situaciones que son inevitables y adelantar decisiones y líneas de conducta, ya que una pérdida repentina nos deja en un estado de incertidumbre que se puede paliar con las acciones oportunas que se planificaron con antelación.

6. Aprender a participar del dolor ajeno, universalizando la experiencia vivida.“Esto no sólo me ocurre a mí”

7. Expresar a nuestros seres queridos con honestidad y humildad nuestras necesidades de afecto y comprensión, sin adoptar una actitud de víctima, esperando que los otros “se den cuenta y actúen”.

8. Analizar las estructuras mentales y emocionales que sostienen mis actitudes y conductas frente a la idea de la muerte.

9. Ofrendar, con la fe puesta en la idea más trascendente en la que creo (Dios, La energía universal, el Amor, etc.) el desasosiego y el vacío de respuestas que se anidan en mi interior, pasos necesario para la aceptación de la pérdida.

"Conocer y abrazar el dolor de la pérdida forma parte de la vida, tanto como conocer la alegría del amor". Alan Wolfelt

"El cambio es lo único que permanece". Heráclito

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