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Amor, Matrimonio y Sexualidad - Parte II


Es poco probable que una encuesta sobre felicidad matrimonial muestre resultados mejores en los Estados Unidos que en Tailandia. Se encuentra más felicidad real y armonía en las uniones que, a menudo tienen una actitud más normal hacia el tema del matrimonio. Pero en todo caso, con un carácter inmaduro y enfermizo, una relación tan íntima como el matrimonio es poco probable que produzca felicidad en alguna parte.

Si tomamos los dos extremos: un hombre del Medio Oriente, espera muy poco de un lazo que tiene posibilidades muy grandes para enriquecer la vida y dar profunda alegría; un americano, espera demasiado de él, ante todo porque está poniendo énfasis sobre valores equivocados. La gran mayoría de la raza humana ve el matrimonio como una relación designada para producir niños. Los americanos tienen la tendencia a verlo como una relación designada para producir satisfacción sexual. Posiblemente no se puede hallar un lugar más propicio para señalar algunas verdades esenciales que en relación con tema tan importante como el matrimonio.

Los sentidos que poseemos, las facultades más altas de apreciación que hemos desarrollado, como el goce estético del sonido y del color según se expresa en la música y en el arte, son, todas cosas buenas con las que tenemos no solamente el derecho a deleitarnos, sino que casi se podría decir tenemos la obligación de gozar, porque son parte de nuestro derecho de nacimiento.

Todos nuestros sentidos son puertas que nos pueden conducir no solamente a una expresión más plena de la vida, sino a una mejor comprensión de ella y a un estado más elevado de desarrollo interior.

Si un hombre goza de sus facultades, hace uso de lo que dios le ha dado. Pero en el instante que se transforma en un glotón, en el instante en que vive para satisfacer y dar rienda suelta a alguno o todos sus sentidos, está abusando de sus dones y está impidiendo el desarrollo de su alma. Se está convirtiendo en un esclavo de sus sentidos más bien que su amo; es casi como si el teclado de un plano obligase al pianista a tocar lo que él quiere, en vez de que el músico domine el instrumento y toque su propia composición en él, a su manera.

Bajo las condiciones sociales de hoy, el matrimonio, como una relación humana, no puede sino sufrir rápido deterioro. Parece ser que la consigna es: "Naciste para encontrar satisfacción en el sexo, ésta es tu libertad básica, búscala", y la gente, sin hacer preguntas, parece aceptar este consejo devastador; y los resultados son la enfermedad, la depravación y el divorcio, en escala cada vez mayor. Los hombres no son animales y sus instintos están tan divorciados de aquellos que impulsan a la bestia, que no sólo es imposible que los sigan, sino que es peligroso para ellos intentar hacerlo.

Los animales son controlados por sus instintos, de la misma manera que son impulsados a expresarse mediante ellos. Los seres humanos no lo están; sus facultades de libre albedrío, de pensamiento abstracto, de intensificación de las emociones mediante su interacción con la mente, han producido en ellos fuerzas tremendas que deben ser dominadas y dirigidas y no se les debe permitir que corran con desenfreno como vemos que lo hacen hoy.

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