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Qué clase de amor le das a su pareja - Parte II


Hay que dar, incondicionalmente, desde la abundancia y no desde la carencia, para lograr que el otro reciba nuestro amor. Así recibiremos en compensación el amor que todos necesitamos.

Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, dar es lo mismo que recibir. Cuanto más demos más recibiremos porque mantendremos la abundancia circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en nuestra vida se multiplica únicamente cuando es dado; pero cuando es dado desinteresadamente, con amor. Si al dar sentimos que hemos perdido algo, lo dado no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia ni compensación alguna.

Al dar y recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe. La felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Por tanto, el acto de dar debe ser alegre. Debe darse con alegría y con una actitud mental de desprendimiento, de desapego.

La mejor manera de poner a funcionar este proceso de circulación del dar-recibir, con nuestra pareja o con cualquier persona, es tomando la decisión de que cotidianamente o cada vez que podamos, le daremos algo: una flor, una tarjeta que exprese nuestro amor, un cumplido o una oración.

No es necesario de que sean cosas materiales. Obsequios como dar afecto, aprecio, atención, amor, son algunos de los más preciados por nuestra pareja y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar. Esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.

En realidad la práctica del dar y del recibir es muy sencilla: si deseamos alegría, démosle alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor. Si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida. Cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto es también alegría y éxito.

Si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. Es lógico pensar entonces que debemos aprender tanto a dar a nuestra pareja, como a recibir de ella, si queremos conservarla.

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