Signos de riesgo:
*En la comunicación:
Dificultad para expresar lo que piensa, siente y desea.
Tonos y actitudes agresivos y recurrentes en el diálogo como gritos y frases hirientes.
Temas de conversación centrados en las dificultades; en lo que no funciona.
No hay forma de conciliar diferencias y cada uno permanece en su posición.
Malinterpretación de las palabras y los argumentos.
Con cada nueva discusión salen a flote problemas viejos que no se resolvieron.
Intolerancia. Cada uno está siempre a la defensiva.
No se es oportuno para decir las cosas. Se pelean en presencia de los hijos. Se incluyen en las peleas a otros familiares o inician disputas en su presencia.
Nunca hay tiempo para dialogar.
Se recurre con frecuencia a la crítica y a la generalización. Se crítica a la pareja a sus espaldas, ante familiares y amigos.
*En el afecto:
El afecto se coloca en segundo plano; la vida gira en torno a las dificultades.
Se limitan las caricias, los besos y la ternura.
Se pierde el gusto por el otro. Quejas constantes por falta de cariño, compañía, solidaridad, apoyo.
No hay espacios para estar y compartir solos.
Se ridiculizan los estilos de vida y las creencias del otro.
Se utiliza la indiferencia hacia el otro, bien sea como medio de escapismo o como estrategia para tomar el control y hacerse sentir.
*En la sexualidad:
El deseo sexual disminuye por carencia de afecto.
Disminución del placer, dificultad para encontrar satisfacción.
El acto sexual se hace rutina y se pierde su creatividad.
Se restringen los juegos sexuales y las caricias.
No se habla de las necesidades sexuales de cada uno.
Reina una sensación de que "se acabó el encanto".
Una consecuencia extrema es el vaginismo (la vagina se estrecha y el acto se torna doloroso) y la frigidez (falta de deseo sexual) en las mujeres; y la eyaculación precoz o dificultades de erección, en los hombres.
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